La
entrevista era en las oficinas de la empresa. ¿De qué va la
empresa? Venta de programas educativos. Lisa y llanamente: un puto
call center. Algunos de ustedes sabrán que odio esa rama de la
esclavitud pero, en estos momentos estoy metido en la mierda más
profunda de la desesperación laboral y tuve que acceder.
El
vigilancia me dice: subí al piso 8 y esperá en la terraza. ¿En la
terraza? Sí, en la terraza. Ya te van a llamar. Subo al piso 8 y veo
la puerta hacia la terraza. Me acerco pero no salgo ya que había
otras personas fuera. Mi paranoia decía cosas como: tenés que ir y
sociabilizar, porque pueden estar grabándote para ver cómo te
desenvolvés socialmente.
Salí
al patio de ese espejado y frío edificio. La vista era miserable como en casi toda la
ciudad. Había una pileta, una mesa y bancos de plaza. En esos bancos
estaban un tipo pelado y una vieja. Nos saludamos. El pelado estaba
sentado en la cabecera de la mesa, como si fuera Julio César. Tenía
el típico aire de superioridad que tienen los que piensan que van a
pisarte la cabeza en la entrevista. Me dio la impresión que era un
topo de RRHH, así que le dediqué mis mejores sonrisas y,
simplemente contesté lo que me preguntaba.
“¿Hace
mucho estás buscando trabajo?”, me dijo. Mentí: no, esta semana
empecé. El pelado dice “esta debe ser la segunda entrevista más
rara a la que fui en mi vida. La primera fue para Intel. ¿Conocen la
empresa Intel? Fue en un bar, me pedí una cerveza y café”. ¿Por
qué no te habrán contratado?, pensé. Luego, llegó un flaco más
que, era algo así como mudo, y una chica que, lo primero que dice es, “nos hubieran dicho y traía la bikini”.
Luego
de media hora de espera, viene una mujer y nos dice que la
acompañemos. Entramos a la oficina. Hay 10 máquinas, 3 ocupadas. Pasamos a una oficina personal. Le damos la mano al dueño
de la empresa y nos invita a sentarnos.
Cada
uno de nosotros se presenta y luego, el dueño de la empresa cuenta
que es una empresa familiar que vende estos programas educativos a
los hispano parlantes que viven en EEUU. El trabajo es para venta
telefónica y cada venta dura alrededor de 45 minutos. El horario es
de 17 a 23 horas por la diferencia horaria.
De
repente, el tipo mira a la chica que al principio quería meterse a
la pileta (la postulante) y le dice: ¿te da el sol en la cara? Sí,
le dice ella. Tomá, te presto mis anteojos. El tipo le presta sus
anteojos de sol, la mina dice “gracias”. Y luego el tipo le dice:
pero devolvemelos cuando te vas.
Luego
de esa escena de grotesco surrealismo laboral, llega la parte que nos
interesa: el sueldo. Nos dice: ustedes, lo que van a cobrar es un
viático de $3500. Un viático de $3500 los dos primeros meses. Un
viático porque ustedes son los que regentan su propio negocio acá.
De ustedes depende su sueldo. Acá no hay techo para las comisiones: pueden cobrar 10
lucas, 11 lucas, pero tienen que vender.
Perdón
pero, no entendí eso de los dos primeros meses, dice el pelado.
Claro, dice el dueño de la empresa, nosotros invertimos esa plata en
ustedes al principio, porque no tienen experiencia en este lugar, no
tienen la dinámica de venta que nosotros utilizamos. Invertimos esa
plata en ustedes, repite.
Ajam,
¿y después de los dos primeros meses?, dice la chica de los
anteojos de sol. Después, el sueldo fijo que se cobra es $2500, más
las comisiones. Te hago otra pregunta, dice esta chica: ¿este
trabajo es en blanco? Luego de un evidente e incómodo silencio, el
dueño de la empresa dice: eh, bueno... me parece que... el
monotributo, ahora, tiene aportes. Sí, me parece que sí, dice
la chica. Entonces, el tipo cambia de tema rotundamente: acá chicos,
nosotros los tratamos bien, tienen jugo, agua, galletitas, pueden
salir a fumar, se los respeta, porque nosotros queremos que vendan.
Si ustedes venden, nosotros estamos bien... y ustedes también.
Luego
de diez minutos más girando en este tema del buen trato, nos dijo:
bueno, el viernes y el lunes van a tener una capacitación. El
trabajo comienza el miércoles. Ah, ¿ya venimos a la capacitación?,
dice la señora. Sí, sí. Y... ¿la capacitación es paga?, dice la
chica, sacándose los anteojos y poniéndolos sobre la mesa. Hmmm,
no, no es paga, dice el dueño de la empresa. Pero es un ratito, dos
horas. ¡Chicos, no es nada!
El
pelado está recibido de realizador de efectos especiales y, según
comentó en la entrevista, está estudiando bioquímica también, porque
“tuvo un momento trascendental hablando con una profesora, que le
voló la cabeza”. La vieja trabajó toda la vida en telemarketing.
Íbamos los tres en el ascensor. El pelado le dice a la vieja: mirá,
cuando vos dijiste que trabajabas de telemarketer vendiendo planes
de ahorro y de obras sociales, la verdad, no quiero ofender pero me
pareció repulsivo. Pero este producto me gusta. Me parece fácil de
vender. Pensá que los mexicanos que van a vivir a Estados Unidos no
tienen plata para pagarse estudios. Allá sale una fortuna estudiar.
Pero ellos quieren progresar. Ahí me puse mis auriculares y dejé de
escuchar ese discurso conformista, racista y soberbio. Vergüenza para los profesionales desempleados.
Y
bueno, salí de la entrevista con un gusto amargo en el alma.
Mañana les cuento qué sucedió en la Capacitación, día 1.
Saludos,
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