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jueves, 26 de diciembre de 2013

Sobre el día en que confié en comoviajo.com.ar



Tenía una esperanzadora entrevista de trabajo en una oficina, en San Martín (un lugar adorable para coronar el fracaso de mi existencia). Entré a comoviajo.com.ar para ver cómo ir. 45 minutos de viaje y un colectivo, decía esta agradable página que nos brinda un maravilloso servicio, del cual depende nuestro futuro ya que, gracias a él, sabemos cuándo salir, cómo y hacia adonde ir. 

Ya tenía el CV impreso y metido dentro de un sobre que encontré en casa, el pantalón de vestir y la camisa listas. Lustré los zapatos, me perfumé con una muestra gratis de un perfume de Antonio Banderas que conseguí en una perfumería, y ya, salí. 

Salí una hora y media antes, por las dudas. Siempre pasa algo. Estaba en la parada de colectivo y se largó a llover. Como se empezó a mojar el sobre con el CV, lo metí adentro del pantalón y lo tapé con la camisa. De todos modos, el daño ya estaba hecho: el sobre estaba doblado, mi ropa estaba mojándose y no había techito en la parada. A los pocos minutos empecé a sentir como se mojaba mi boxer y mi alma se ahogaba en la desesperación.

Decidí volver a casa pero justo venía el colectivo, así que subí. Hasta la plaza de San Martín, le digo. No, flaco, no voy hasta ahí. Pero ¿cómo? si comoviajo me dijo que ibas. No, no voy. Pero comoviajo... Bueno, pero no voy. Tenés que tomar el 169. 

Caminé ocho cuadras por la avenida, hasta la parada del 169. Crucé por mitad de la calle. Casi me pisa una ambulancia. Debía sacrificar mi pobre vida ya que el colectivo estaba en la parada. Subo, le digo adónde voy, pago $2,35 y arranca. 

Hizo diez metros de trayecto a 80 km. por hora y pensé que todo saldría bien. Pero cuando llegó al semáforo todo se convirtió en una absurda pesadilla en cámara lenta. Sentía que me hundía en la arena movediza de la frustración, que la sombra de la negatividad apoyaba sus huesudas garras en mi frágil corazón de excremento y lo apretujaba, mientras policías y ambulancias se acercaban a un taxi dado vuelta en mitad de la calle. No vi sangre ni víctimas en los quince minutos que pasé observando ese escenario por la ventanilla. Cuando pudo, el colectivo siguió su camino a todo volúmen con la radio Vale, lo que no me permitió repasar mi entrevista imaginaria. No se puede repasar tu CV mentalmente mientras la radio te empuja a tararear a Ricardo Arjona en contra de tu voluntad.

Más adelante, el colectivo se estancó por cortes, por las vías de tren, y desvíos porque algunas calles estaban inundadas. Aún me quedaba media hora de viaje y estaba a cinco minutos del comienzo de la entrevista. Seguía lloviendo, estaba mojado y comenzó a tronar. Decidí volver a casa. 

Bajé del colectivo, crucé y esperé tres minutos el colectivo que me devolviera a mi seguro hogar. Subí y en quince minutos llegó a mi barrio. En menos de media hora estaba sacando las llaves para entrar a casa. Tenía chuchos de frío y comencé a estornudar; perdí la entrevista y la posibilidad de trabajar. Lo peor de todo es que, cuando entré a casa, salió el sol.

Así que, así fue: ya no confiaré en comoviajo y, antes de salir revisaré el clima, por si tengo que llevar paraguas.


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Saludos,
Muy Desempleado.

2 comentarios:

  1. Tal cual, lo peor que podes hacer es confiar en comoviajo. Tenía que tomar el 129 desde cerca de casa, cuando subo y le digo hasta donde voy el chofer me dice que no va hasta ahí, le pregunto qué ramal me llevaba a mi destino y me dijo que se tomaba desde constitución. Cuestión, siempre es mejor tener alternativas y ver otras páginas...

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    1. ¡Uf! ¡El 129! Me ha hecho sufrir esa línea, ¡me ha hecho sufrir!
      Sí, es complicado, che.

      ¡Gracias por leer y comentar!
      Saludos,
      Muy Desempleado.

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