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martes, 18 de marzo de 2014

A un paso del Veraz



Me llegó una carta del Banco P********. Seré claro: no entendí nada lo que decía. Eran números y letras y cosas que me superan. Así que fui al banco. Lluvia torrencial. Se caía el planeta. Entro y me atiende uno de estos empleados que se las saben todas. Se hacía el lindo, buena onda y que se yo. Me siento y le digo: me llegó esta carta. La revisa y hace unos clicks en su ordenador. Busca, mira. -Bien, -me dice-, esto lo podemos dimitir (creo que dijo “dimitir”, o “desestimar”. Desestimar suena más posible). En ese momento lo entendí como “dejar de lado”, ya que era una carta que informaba no sé qué. En definitiva, era spam en papel. Pero había otra hoja, la verdaderamente interesante. Y me dice: tenés una deuda con el banco, eh. Claro, digo. Y pienso: lo recuerdo.

Paso a contarles lo que pasé a contarle a este empleado del banco:

Yo trabajaba para una consultora que, de un momento a otro, me dio una tarjeta de débito del banco y comencé a cobrar mi sueldo con ella. Dos meses (o sea, dos cobros) después, fui al cajero a sacar mi sueldo pero aún no estaba depositado, asi que saqué un adelanto de $200. Y luego, pasé a buscar mi recibo de sueldo por la consultora. Ahí me dicen que se suspendió el cobro por débito y que volvía a cobrar con cheque hasta nuevo aviso.

Claro, pasó el tiempo, seguía cobrando con cheque y yo había borrado de mi pizarra mental ese adelanto de $200 que saqué aquella vez.

Un día, renuncio al empleo. Me hacen la liquidación como 25 días después de haber renunciado y, pensé que me iban a descontar esos $200, pero no lo hacen. Pasa el tiempo, me olvido y que se yo.

La semana pasada me llega esta carta del Banco P******** y acá estamos, delante del empleado que me dice que la cuenta no está cerrada. Y pregunto: ¿no deberían cerrarla los de la consultora? No tienen obligación, me dice. Bueno, le digo, al menos podrían haberme avisado. No tienen obligación, me repite. ¿Entonces?, le digo. Simple, me dice, tenés que cancelar la deuda de $241 y cerrar la cuenta. Primero pagás y luego cerrás. Bueno, dale, le digo, hagámoslo.

Llama por teléfono a alguien del sector facturación o deudas o lo que sea, le pasa mis datos y le dicen desde el otro lado del teléfono que pasé a Legales. Legales. Malditos Legales. ¿Qué carajo significa?, me preguntaba internamente, mientras el empleado me miraba con cara de sorpresa e indignación. Claro, es cuando tu deuda pasa a un estudio jurídico, donde cada segundo que pasa es dinero de intereses subiendo por el termómetro, hasta que explota la bombita y terminás en el Veraz. Yo no tengo cultura de tarjetas de crédito, débito, bancos, ni estudios jurídicos. No lo sabía. No puedo culpar a esta gente chupa sangre de no haberme avisado. Supongo que la experiencia se adquiere sangrando de esta manera. Tampoco es para tanto. Creo, no sé. Tal vez estoy siendo demasiado dramático.

En un momento pensé que la culpa era de la consultora por no avisarme a tiempo, eso de no trabajar más con el banco. Pero la cuenta está a mi nombre y eso es lo único que vale para la ley y el orden. Es mi deuda, no de ellos. Es mi culpa no saber. El ambiente de los abogados y los banqueros es como frecuentar el bingo en los '90: son todos soberbios, y mala gente, entre otras categorías. Bueno, eso pienso yo.

Volviendo al tema, el empleado me pasó dirección y número telefónico del Estudio Jurídico y luego me dijo: hay 5 categorías de deudores. Van del 1 al 5. Vos estás en el 5. El 5 es la peor categoría de todas.

Llamé al estudio jurídico pero no me atendió nadie. Mandé un mail. Nadie me respondió. Tendré que ir directamente. Vamos a ver qué pasa. Espero tener que pagar solo esos $241.

¿Qué dicen ustedes? ¿Es responsabilidad de la consultora cerrar o avisar, advertir o sugerir cerrar la cuenta?

Saludos.
Como siempre, están invitados a comentar y compartir.





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